Esta conocida frase (que se cita en el libro que tienes en tus manos) es una gran síntesis conceptual de un proceso que es extremadamente complejo y muy determinante para la vida de las personas y las organizaciones: una sucesión.
Y si bien en el contexto de las monarquías esta sucesión puede darse cada cincuenta años (Carlos de Inglaterra ha tenido que esperar setenta años para suceder a Isabel II, y el rey Felipe VI de España ha sucedido a su padre a los cuarenta y seis años), en la Administración pública ocurre, a menudo, cada cuatro años, un tiempo brevísimo que plantea sin duda grandes retos.
Una sucesión es siempre un proceso complejo, que necesita planificarse, y que necesita hacerse muy bien. Y hasta la fecha, en la Administración pública se ha venido haciendo mal, o directamente no se ha hecho. En algunos casos, porque no ha habido interés. En otros porque no había el conocimiento o los instrumentos adecuados. A partir de ahora no habrá excusa. Porque este libro lo aporta todo: el conocimiento y los instrumentos. Este libro abre por primera vez que yo conozca la posibilidad de hacer las sucesiones que la Administración Pública como organización necesita y los trabajadores públicos y la ciudadanía merecen.